Procedimientos quirúrgicos mínimamente invasivos
En los últimos años se han desarrollado numerosos procedimientos quirúrgicos para el tratamiento de la HBP. El objetivo que se pretende con los nuevos tratamientos es poder solucionar la obstrucción prostática evitando o al menos minimizando las complicaciones de la cirugía convencional. El desarrollo tecnológico ha permitido que se pueda extirpar a través de la uretra y sin la necesidad de practicar una incisión quirúrgica sobre el abdomen cualquier próstata con independencia de su tamaño y que el riesgo de sangrado sea mínimo. Se han descrito muchos tratamientos diferentes, algunos de los cuales no han ganado aceptación o están todavía en fase de desarrollo. Los principales procedimientos de los que disponemos en la actualidad son los siguientes:
Enucleación prostática mediante el láser de holmio (HoLEP)
La enucleación prostática mediante el láser de holmio (HoLEP; Holmium Laser Enucleation of the Prostate) representa uno de los procedimientos quirúrgicos más novedosos para tratar los síntomas ocasionados por la HBP.
En los hospitales con experiencia en su realización ha desplazado al resto de técnicas y representa el método quirúrgico de elección para tratar los pacientes con un tamaño prostático mayor de 30-40 cm3. Consiste en la extirpación del adenoma prostático a través de la uretra mediante el empleo del láser de holmio. Cuando el paciente está anestesiado el cirujano introduce en la uretra un instrumento llamado resectoscopio. Utilizando la energía del láser de holmio el cirujano separa el adenoma prostático de la cápsula que lo rodea y mediante el empleo de un morcelador de tejidos tritura el tejido prostático y lo extrae a través de la uretra. El tejido prostático extirpado es posteriormente analizado por un anatomopatólogo. La energía láser es capaz de coagular los vasos sanguíneos haciendo que el sangrado de la cirugía sea mínimo. Por este motivo la permanencia de los lavados vesicales y de la sonda suele ser menor que en otras técnicas y, de hecho, la mayoría de los pacientes se van de alta hospitalaria sin sonda a los dos días de la intervención. Los resultados de HoLEP son excelentes y equiparables a los de la RTU-P y la adenomectomía abierta pero con menor número de complicaciones. No sólo se disminuye el sangrado y la necesidad de transfundir sangre sino que además se reduce la duración del ingreso y de la permanencia de la sonda vesical. El tamaño prostático no es una limitación para HoLEP ya que se puede realizar en próstatas de casi cualquier tamaño. Además, el láser de holmio es capaz de pulverizar las piedras presentes en la vejiga evitando la necesidad de la cirugía abierta.
Vaporización prostática con láser
Ablación o vaporización prostática mediante el láser de holmio, el láser verde, el láser de diodo o el láser de tulio. Son procedimientos que se están haciendo muy populares en nuestro medio.
Consisten en la vaporización del tejido prostático obstructivo mediante el empleo de un láser de alta energía introducido a través de la uretra. El sangrado que se produce en estas cirugías es mínimo y los pacientes habitualmente se van de alta hospitalaria sin sonda al día siguiente de la cirugía. Estas técnicas tienen pocos efectos secundarios y están reemplazando a los tratamientos quirúrgicos convencionales. De hecho, representan excelentes alternativas a la RTU-P en pacientes con próstatas de pequeño tamaño. En estas técnicas el tejido prostático es vaporizado y por este motivo no se puede realizar su análisis histológico. El mayor inconveniente que presentan aparte del elevado coste económico es que la eficacia de estas técnicas disminuye al aumentar el tamaño prostático. Varios estudios realizados en pacientes con próstatas de pequeño tamaño han sugerido que mediante su empleo se obtienen unos resultados similares a los de la RTU-P pero con menor tasa de complicaciones. Por contra, los estudios realizados en pacientes con próstatas de mayor tamaño han demostrado que la necesidad de reintervención es elevada. De hecho, hasta la fecha ningún estudio ha demostrado que los resultados de estas técnicas sean iguales a los de la adenomectomía abierta.
¿Cuál es la evolución tras la cirugía?
Tras la cirugía la mayoría de los pacientes experimenta una rápida mejoría de la clínica que suele mantenerse durante años. Cualquiera de los procedimientos quirúrgicos descritos previamente ocasiona una mejoría considerable de los síntomas, aumentan el calibre del chorro urinario y reducen el residuo de orina que queda en la vejiga tras orinar. Todos estos cambios se traducen en una disminución de las molestias miccionales y una mejoría de la calidad de vida de los pacientes.
¿Qué complicaciones o efectos secundarios puede tener la cirugía?
Complicaciones intraoperatorias o del postoperatorio inmediato
- Sangrado abundante que ocasiona la formación de coágulos y obliga a la reintervención quirúrgica para su resolución y/o a la transfusión de sangre.
- Síndrome post-RTU: ocasionado por la absorción al torrente sanguíneo de la glicina, que es la solución de irrigación empleada durante la RTU-P.
- Infección del tracto urinario o de la herida quirúrgica (sólo en la adenomectomía abierta).
- Molestias uretrales o miccionales diversas; normalmente pasajeras.
- Frecuencia y urgencia miccional durante varias semanas tras la cirugía.
- Retención de orina tras la cirugía.
Complicaciones postoperatorias tardias
- Incontinencia de orina (incapacidad para aguantar la orina).
- Esclerosis del cuello vesical (cicatrización anormal del cuello de la vejiga).
- Estenosis de uretra (estrechamiento anormal de la uretra por cicatrización excesiva).
- Eyaculación retrógrada.
- Disfunción eréctil (impotencia).
- Necesidad de reoperación por persistencia de la obstrucción prostática.